A mi ex: gracias, porque ahora sé lo que NO es el amor







El tiempo que pasé contigo me bastó para darme cuenta de que eres un completo extraño para mí. Sí, extraño porque, aunque vivimos muchas cosas juntos, hoy te veo como un total desconocido. Extraño porque me di cuenta de que me enamoré de una idea que me hice de ti, y no de quien eres en realidad.

Me resulta sorprendente pensar que aquella persona por la que yo lo di todo en su momento, ahora sea tan extraño como cualquier desconocido que pasa a mi lado por la calle, alguien a quien ni siquiera me place mirar de reojo.

Aunque te parezca raro, te estoy profundamente agradecida. Sí, agradecida por romperme el corazón, pues, aunque en su momento fue muy duro, también fue un aprendizaje increíble: me enseñaste lo que no es el amor y esa fue una lección muy valiosa que hoy me ha preparado para saber amar en verdad a quien sí se lo merezca.


Comprendo que cada quien da lo que tiene, y si tú te portaste de una manera tonta e indiferente conmigo fue porque aún no has aprendido a amar. Sin embargo, te agradezco porque me di cuenta de que, si yo vi cosas buenas en ti, no es porque tú las tuvieras sino porque yo las tenía y las proyectaba en ti. Me di cuenta de que soy una buena persona y de que merezco alguien que me ame de verdad.

Contigo aprendí que cuando uno se entrega, nada garantiza que la otra persona se entregue también. Por eso ahora me fijo muy bien en lo que doy y en lo que recibo.

Aprendí también que yo valgo mucho, aunque tú no me valoraras, pues lo que yo soy es independiente de lo que tú sientas por mí. Aprendí, sobre todo, que no vale la pena seguir en una relación donde no te valoran, y que soy libre de irme cuando lo desee.

Te agradezco porque me di cuenta de que las personas mienten y de que la sinceridad es un valor precioso que no se encuentra en donde quiera. Gracias porque tus infidelidades me hicieron reconocer al tipo de hombre que no quiero en mi vida: alguien como tú.

Gracias porque aprendí que puedo ser una novia sincera y leal, a pesar de que la otra persona no se lo merezca. ¿Recuerdas cuántas veces tuve que sostenernos a los dos cuando tú estabas mal? Pues me siento orgullosa de ello, porque me di cuenta de que soy una mujer fuerte y valiente, y estoy segura de que ya llegara quien lo sepa valorar.


Gracias porque aprendí que en el amor no caben egoísmos. Recuerdo muy bien cómo, por tus inseguridades, te daban celos mis triunfos y cómo tratabas de opacarlos, queriéndome hacer sentir menos. Gracias a ello, hoy sé que, en el verdadero amor, uno se alegra por el éxito de la pareja y entre los dos se alientan a mejorar cada día.

Gracias porque, de los dos, yo fui la que crecí, yo fui la que me superé, y eso me deja un gran sabor de boca.

Te agradezco sinceramente porque a tu lado aprendí que hay dos clases de personas: las que, como tú, no saben amar; y las que, como yo, no sabemos no hacerlo. Y algo bueno que me dejaste fueron unas tremendas ganas de conocer a alguien que no fuera como tú y que fuera más como yo.

No te deseo ningún mal ni ningún bien, tan solo que te vaya como te merezcas. Yo me quedo con lo bueno, con los aprendizajes, y lo malo lo desecho, porque no te guardo rencor, sino que, como ya he dicho, te estoy profundamente agradecida.

Vivir a tu lado fue un mal trago, pero yo siempre tuve un mantra que me ayudó a tolerar los malos tiempos: “en la vida, tarde o temprano todo pasa, y esto también pasará”.

Gracias, extraño, y hasta nunca.

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