EL REENCUENTRO CONTIGO MISMA

Cuando nos pregunta nuestros colores favoritos, la comida ideal o la música preferida podemos contestar fluidamente, pero si lo que deseamos saber es la respuesta a “¿Quién soy yo en realidad?” es posible que no la encontremos con esa misma facilidad.
En primer lugar podemos responder con nuestros datos generales, como el nombre, la nacionalidad o la profesión, sin embargo ésa sólo es un limitada parte de la infinidad que somos y que no nos hemos puesto a investigar a profundidad.
Por ello es tan importante iniciar un diálogo sincero con nosotros mismos, es preciso que cada día nos demos un momento para analizar quiénes somos en realidad, siempre buscando respuestas honestas, porque es lo que nos falta.
Es verdad que el cuestionamiento a sí mismo es algo habitual para algunos, pero también es cierto que cuando se hacen ciertas preguntas primero llega el miedo de contestar honestamente.
La mejor forma de hacerlo es primero preguntándonos sobre cualquier cosa y contestar, la primera respuesta no va a ser la real, no es completamente honesta.
Entonces debemos de volver a preguntarnos, aunque esa respuesta no será tampoco la verdadera, pero ya estará cerca.
Es la hora de cuestionarnos de nuevo y entonces veremos cómo esa tercera respuesta ya es diferente y que podemos confiar más en ella que en las pasadas.

Con esto nos daremos cuenta de cuántas capas tenemos y de que no siempre es nuestro corazón el que nos contesta.

Podemos llegar hasta las diez respuestas diferentes sin saber cuál es la real, si es así, entonces tenemos que seguir preguntándonos hasta que nos sintamos satisfechos con la respuesta.
Éste es un ejercicio que nos ayuda a activar nuestro ser interno, por lo que es necesario practicarlo lo más posible. Por ejemplo, podemos empezar a habituarnos a realizarlo antes de dormir.
En ese momentos podemos preguntarnos desde cuestiones tan profundas como “¿Quién creo que soy?, ¿qué siento que la vida tiene destinada para mí?”, hasta cuestiones cotidianas como “¿Soy feliz con este trabajo o debo hacer algo más?”.
Al hacerlo poco a poco nos vamos a dar cuenta de que hay muchas caras nuestras que no conocemos, lo cual nos llevará a ver que en realidad no sabemos quiénes somos.
Escribir nos da claridad

Otra forma de irnos acercando al conocimiento de nuestro interior es al llevar una especie de diario. Lo que podemos hacer es escribir toda nuestra vida como si no fuéramos nosotros.

Toda la vida sin pensar en que es la nuestra, en tercera persona.
Después nos vamos a dar cuenta de cosas que ni siquiera sabíamos que teníamos o las vamos a ver con otro punto de vista diferente.
Eso nos va a ayudar a conocernos, a saber quién esta dentro de nuestro corazón y cuales son las necesidades reales de nuestra alma.
Además, otra práctica que podemos hacer es que ver cada paso que damos, cada cosa que hacemos, tenemos que sentir cómo nuestros brazos se mueven, cómo nuestro cuerpo es tan mágico que de él sale la energía para cualquier cosa que queramos hacer.
Es muy importante que tomemos consciencia de cómo nos movemos, cómo pensamos, cómo nos llegan las ideas y cuáles son, para así ver cuáles son las claves y entrar más fácilmente hacia nuestro ser interno.
Una vez que hagamos estos ejercicios y reflexiones nos daremos cuenta de que dentro de nosotros hay mucho más.
Descubriremos que somos seres poderosos, que tenemos una fuerza grandísima dentro de nuestro corazón, la cual nos ayudará a llegar hasta las metas que tengamos.
Es muy importante que hagamos esos descubrimientos si sentimos que podemos dar más o hacer más en la vida.
Una pequeña inquietud que tengamos hacia algo debemos seguirla, buscar hacia dónde nos lleva, porque quizás detrás de esa inquietud, que pensamos es sólo un gusto, esté lo que nos lleve a la realización que todos perseguimos.


¿Qué nos gustaría hacer?

La mayoría de nosotros tenemos destellos de lo que nos gustaría hacer en la vida, pero pocas veces hacemos caso a esas pequeñas señales que nos llegan.
Es importante tratar de seguirlas y preguntarnos si en realidad es lo que nos pide nuestro espíritu, nuestro ser interno.
Pero si no nos llega que tengamos que hacer algo espiritual como misión en esta vida, sino ser cantante o contador, ¿igual se puede llenar el espíritu?
La realidad es que en cualquier cosa que sintamos que podemos y debemos hacer, así no tenga, según nuestro concepto nada espiritual, siempre va a contener nuestro propósito.
Aunque tu trabajo no esté enfocado en ayudar a los demás, siempre vas a estar ayudando a los demás, por más contradictorio que suene.
Por ejemplo, si quieres pintar y sientes que no das nada, puedes estar poniendo tu corazón y claves que tal vez consciente mente no vas a saber, pero quienes vean esa pintura sentirán un reflejo de lo que ellos pueden hacer.

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