Ejercicios para dejar ir




En este mundo de ilusión, porque lo que vivimos es efímero desde una mirada universal —apenas un soplo en la eternidad—, uno de los pasaportes directos a la infelicidad es el apego a las personas, cosas o situaciones. ¿Por qué? Porque el apego proviene directamente el ego, esa parte de mi personalidad que es insaciable y que quiere siempre más; que me habla al oído mayormente solo cosas negativas y con pocas chances de salir bien parado: para el ego, todo lo que hago no es suficiente.

Los sutiles beneficios aparentes

¿Un comportamiento que nos limita de semejante manera tiene beneficios? Sí; son beneficios “aparentes”, porque sin que nos demos cuenta en forma consciente el ego los utiliza pretendiendo hacerlos pasar por necesarios. No afrontar la incomodidad de los cambios, querer tener la razón, no evolucionar al ritmo en que cambia mi vida y el mundo, sostener viejos rencores y culpas, tener miedo a dar, manipular a los demás, decirles lo que tienen que hacer y pensar, predestinar que nunca volveremos a amar ni enamorarnos, son algunas formas sutiles del apego.

4 pasos para soltar los apegos:

Este ejercicio en cuatro pasos te permitirá soltar paulatinamente los apegos que tengas sobre prácticamente todas las cosas. Puedes hacerlo en silencio, tomando unos minutos cada día, aunque funciona mucho mejor si lo escribes, como si fuese un diario, para tomar mayor conciencia del proceso.

Te sugiero que comiences a soltar cosas pequeñas, o que para ti, aparentemente, no tienen demasiado peso, para ir gradualmente escalando hacia otras que representan anclas negativas en tu vida.

1. Haz tu parte: si a cada momento, con vigilancia eterna, te dedicas con enfoque sostenido a revisar los apegos en tu vida, cada vez que irrumpen en forma limitante toma conciencia de ellos. Hazlos lo más realistas y tangibles posibles. Míralos de frente: no los esquives ni dejes pasar. No son simples puntos sueltos: son grandes ataduras, como ya has visto más arriba. Resultados: progresivamente vivirás en el aquí y ahora; irás deshilachando los apegos uno a uno, hasta que pierdan poder dentro de ti. Reemplázalos por emociones positivas, como el aprendizaje permanente, la evolución y la apertura al cambio.

2. Haz el 100%: en el camino del cambio, y en medio de las urgencias cotidianas, a veces pensamos que hacer un poquito solo unos días alcanzará. Como sabes, esto no funciona. Porque si demoramos una buena cantidad de años en construir el andamiaje del sistema de apego a las cosas, personas y situaciones, es impensado que podamos resolverlo sin constancia. El 100 % no es el 99 %. El 99 % es un “casi 100”, aunque no es el 100 %. ¿Es poca la diferencia? Por supuesto. Sin embargo, el resultado está cuando te comprometes con todo, todo el tiempo. Es como cuando sueñas meses con ir al mar, y, cuando llegas, metes el dedo gordo del pie para ver si el agua está fría, en vez de sumergirte de una.

Una forma de probar tu 100% es ordenar tu biblioteca, vestidor o cualquier lugar físico en el que debas soltar muchas cosas. Descarta, deja ir, regala, obsequia, haz circular esa energía estancada. Verás lo libre que te sientes. Y si así te sientes con cosas externas, ¡imagina lo que conseguirás al empezar a desapegarte de las ataduras internas!

¿Sabías que la mente sigue al pensamiento, y el pensamiento a la acción? Por eso, haz de tu vida algo real, tangible, concreto a la hora de reelaborar tus modelos mentales, como en el caso del apego. Si solo te quedas en el pensamiento, no sucede mucho más que una extenuante pérdida de tiempo. Si permaneces mucho tiempo en la mente, posiblemente te conviertas en un buen analista de ti mismo, pero falta algo: la acción, que es lo que producirá el resultado. Resultados: pon tu mente a trabajar al servicio de pensamientos elevadores y positivos. Y desde allí, pasa a la acción. En este caso, deja ir todo aquello que ya no te sirve en el presente de tu vida.

Tendrás mayor autoestima, porque al comprometerte contigo al 100%, estás generando el cimiento para el gran cambio de conciencia. No habrá lugar para excusas, ni mentiras, ni procrastinación (postergar todas las cosas). El tiempo es ahora, y con toda tu intención.

3. Elimina las expectativas: la pregunta clave para hacerlo es ¿cuántos “debería” están aún activados en mi vida? Este estado interno de autorreproche permanente se basa en el supuesto de que el otro / mi última pareja / ellos / el gobierno / la inmobiliaria / el jefe / el país / el mundo / yo mismo “debería” haber hecho tal o cual cosa. Al proyectar expectativas, nos cargamos de un nivel de ansiedad y de necesidad de control que lo único que logra es dejarnos exhaustos, porque consume mucha energía. Son pensamientos circulares que, como un mosquito molesto, no nos abandonan ni cuando dormimos. Resultado: no esperes nada, y pon tu ciento por ciento siempre. De esta forma, prepárate para lo mejor si es que viene. Y si no viene, como no esperas nada en particular, estás abierto a recibir la experiencia adecuada que llegará a su debido tiempo. Vivirás con mayor calma, centramiento, equilibrio y menos tensión.

4. Reconócete: el cuarto paso es esencial. Por lo general, cuando hemos obtenido un pequeño avance en nuestro proceso de crecimiento, escuchamos la voz del ego que nos dice: “Bueno, ya está: lo conseguiste. Pero hace falta más. Así que, ¡a moverse!”. Y saltamos este paso fundamental, el más importante: la gratitud y el autorreconocimiento por el trabajo que acabas de hacer. Resultado: responde conscientemente sobre al menos tres cosas por las que te reconoces / estás agradecido contigo por el proceso de desapegarte. Enfócate en aspectos positivos exclusivamente. Sería bueno que lo escribas en una libreta personal, para tener un mapa de vida para leer de vez en cuando. Te sugiero que el proceso de gratitud por lo que ya está presente en tu vida y por los peldaños de evolución lo hagas tantas veces como quieras, todo el día, en todo momento. Te permitirá “plantar” una intención positiva por ti, y por los que te rodean sin que ellos se den cuenta. Por el mundo, en fin. Hace una gran diferencia y ayuda a cerrar el ciclo del desapego.

Para concluir, el Dalai Lama nos obsequia esta síntesis:

“Nuestros problemas se deben a un apego apasionado a las cosas y a deseos que nunca se satisfacen por completo, entonces generan aún más angustia. Percibimos a las cosas como entidades permanentes. En el empeño de conseguir estos objetos de nuestro deseo, empleamos la agresión y la competencia como herramientas supuestamente eficaces, y nos destruimos cada vez más en el proceso”. (Dalai Lama).

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