¿Qué da más felicidad: viajar, casarse o tener hijos?



Conocer nuevos lugares, otras personas, sumergirse en otras culturas y costumbres, escuchar otros idiomas, probar nuevos sabores: viajar es una de las actividades más maravillosas para el ser humano.

Un viaje implica un “respiro” físico e intelectual, una recarga de pilas necesaria para ver de otra manera nuestra vida.

Y para muchas personas, es una actividad que está mejor considerada que otras que pensamos “fundamentales”.

El efecto comienza antes

El portal de reservas online Booking realizó un estudio online acerca de qué significaba viajar para las personas, realizando una encuesta a 18.000 ciudadanos de diferentes países.

Por muy gratificante que sea decir "sí,quiero" ante el altar con la persona amada y tener hijos, viajar es la actividad que nos produce más felicidad. La sensación de placer se adelante incluso a la propia escapada, ya que el simple hecho de organizar cada paso del viaje nos hace irradiar satisfacción y alegría por los cuatro costados.

En cifras, un 55% de los encuestados ponen por delante viajar a casarse porque genera muchas más experiencia, aprendizajes y momentos gratificantes que unir su vida a alguien. Por su parte, un 27% considera más enriquecedor viajar que encontrar una pareja sentimental (sin necesidad de firmar ningún documento) o un trabajo. Por último, el 18% dicen que se quedan con recorrer el mundo antes que tener un hijo.

La gran mayoría de los encuestados afirmó que el recuerdo de sus aventuras en diferentes lugares, les proporcionaba una sensación de bienestar superior a otras.

Incluso el hecho de preparar el viaje ya suponía un gran bienestar y un aumento de la adrenalina a ocho de cada diez personas preguntadas.


Los viajes largos pueden dar mejor resultado, pero incluso las escapadas cortas y de poca duración producen un efecto revitalizador y son muy útiles para mejorar el estado de ánimo.

¿Efecto millennial?

Se llama millennials a los nacidos entre 1985 y 1994.

Esta generación ha experimentado una gran diversidad de cambios, quizás más que cualquier otra, en lo familiar, económico, tecnológico, etc.

A diferencia de sus padres y abuelos, los millennials han experimentado una tasa más alta de separaciones o divorcios de sus padres. Esto probablemente les ha hecho cuestionarse la importancia de la institución familiar y los roles atribuidos tradicionalmente a hombres y mujeres.

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