5 signos de que eres demasiado duro contigo mismo


“Es mucho más difícil juzgarse a sí mismo que juzgar a los demás. Si logras juzgarte bien a ti mismo eres un verdadero sabio”

Es una de las enseñanzas de El Principito que nos dejó Saint Exupéry. La mayoría de las personas ven la paja en el ojo ajeno pero pasan por alto la viga en el ojo propio. Sin embargo, hay otras personas que son demasiado duras consigo mismas, que se critican sin compasión, hasta el punto de hundir su autoestima. 

¿Qué es la autocrítica destructiva? 

La autocrítica es importante, nos permite reconocer nuestros errores y crecer como personas, pero cuando es constante e injustificada se convierte en un lastre para nuestro desarrollo. Cuando solo generas juicios negativos sobre ti, tu voz interior se convertirá en tu peor enemigo. Entonces caerás en la autocrítica destructiva. 

La autocrítica destructiva es aquella que no conduce a cambios positivos sino que, al contrario, afecta la imagen que tienes de ti mismo y, en vez de impulsarte a asumir nuevos retos, te condena a la sensación de fracaso y al miedo ya que socava la confianza en tus capacidades. 


¿Cómo reconocer las señales de la autocrítica destructiva? 


1. Te castigas por errores que tienen consecuencias mínimas 


A veces cometemos grandes errores, pero lo más común es que cometamos pequeños errores cuyas consecuencias, si es que existen, son mínimas. No obstante, si eres muy duro contigo mismo, es probable que te castigues psicológicamente por esos errores. Podrías pasarte todo el día recriminándote, por ejemplo, porque has perdido el autobús o entre las frutas que compraste, había una en mal estado. 

¿Qué hacer? 

Date un respiro. Todos cometemos errores. Aprende a ser más compasivo contigo mismo y a perdonarte esos pequeños despistes. Ten en cuenta que pasarte todo el día recriminándote por pequeños errores cuyas consecuencias son prácticamente nulas implica un gasto de energía psicológica enorme. Y no vale la pena. 

2. Sigues criticándote después de haber corregido el error 

La prisa, los despistes, un error de cálculo o simplemente el hecho de que no podemos controlar todos los factores pueden dar pie a equivocaciones. A veces podemos reparar esos errores y pasar página. Sin embargo, una persona demasiado dura consigo misma continuará recriminándose por esa equivocación, aunque la haya subsanado. Si marcó un número de teléfono por error o se equivocó al enviar un correo electrónico y luego se disculpó, seguirá dándole vueltas al asunto en su cabeza, tildándose de descuidado o irrespetuoso. 

¿Qué hacer? 

La culpa es una de las emociones más dañinas que puedes experimentar porque te condena a dar vueltas en círculos, sin llegar a ninguna parte. Si ya has solucionado la equivocación, pasa página y sigue adelante. En vez de recriminarte, piensa en qué podrías hacer para no volver a cometer ese error en el futuro. Eso será mucho más productivo que quedarte dándole vueltas a una situación que ya está superada. 

3. Te culpas por cosas que no dependen de ti 

Las personas que ejercen una autocrítica destructiva constante suelen culparse por hechos que no dependen de ellos. Por ejemplo, si alguien les trata mal, en vez de defender sus derechos, le dan vueltas al asunto de manera que al final terminan culpándose. A menudo estas personas se niegan el derecho a sentirse enojados con los demás y vierten esa ira sobre ellos mismos. Llegan al punto de exigirse demasiado y permitir que los demás pisoteen sus derechos fundamentales. 

¿Qué hacer? 

Debes reconocer que hay cosas que dependen de ti y otras que escapan de tu control. Eso significa que si algo sale mal, no es necesariamente tu culpa. Pregúntate cuál es tu nivel de responsabilidad real en la situación. Y no permitas que los demás pasen por encima de tus derechos. Tienes derecho a ser tratado con respeto. 

4. Solo ves tus rasgos negativos 

Las personas demasiado autocríticas ven su vida en términos negativos. Se centran en sus errores e imperfecciones, pasando por alto sus cualidades, éxitos y todo lo que hacen bien. Se enfocan en sus debilidades olvidándose de sus fortalezas. Como resultado de ese negativismo, suelen mantener un diálogo interior autodestructivo que hace añicos su autoestima y lastra su futuro. 

¿Qué hacer? 

Imagina que dentro de ti habita un niño pequeño. ¿Cómo se sentirá ese niño si todo lo que recibe son reproches y nunca le premian por lo que hace bien? Es importante que comiences a relacionarte contigo mismo desde una postura más compasiva y tolerante. 

5. Comprendes los errores ajenos pero maximizas los tuyos 

Todos hacemos tonterías, pero si eres demasiado crítico contigo mismo, es probable que minimices los errores ajenos y maximices los tuyos. Es probable que te muestres comprensivo con las equivocaciones de los demás pero seas inflexible con tus errores. 

¿Qué hacer? 

Usa la misma vara de medir para todos. Un error es un error, lo cometa quien lo cometa. Sé tan justo con los demás como contigo mismo. Trátate con la misma tolerancia y comprensión con la cual tratas a los demás. Cuando se dispare esa autocrítica destructiva, pregúntate si le hablarías así a los demás. 


De la autocomplacencia a la autoeducación 


Dejar de ser tan críticos con uno mismo no significa caer en una actitud indolente e indulgente en la que todo está permitido. Esa actitud nos impide crecer y desarrollar nuestra mejor versión. La clave radica en pasar de la autocomplacencia a la autoeducación. 

No se trata de darnos recompensas que nos hagan sentir mejor o darnos permiso para seguir equivocándonos. No es la solución rápida de la autocomplacencia sino un camino de crecimiento personal en el que nos tratamos de manera adulta, respetuosa y responsable. 

La autoeducación implica que cuidamos de nosotros mismos, que somos capaces de ver nuestras fortalezas y debilidades desde una perspectiva madura. Es una mentalidad constructiva porque no escondemos nuestros errores pero tampoco nos vapuleamos por ellos sino que intentamos aprender la lección y pasar página.


Fuente: rinconpsicologia.com

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Estoy entre mis ganas de tener pareja y amo mi soltería.

11 frases de Mario Benedetti para un corazón roto

Divorciada, sola y feliz