Nadie puede sacar a alguien de donde no quiere salir
Son casos puntuales los que se encuentran en situaciones que los atan a un lugar en contra de su voluntad, normalmente estos casos son legalmente llamados secuestros, en cualquier otro escenario, cada quien es responsable de permanecer o retirarse de un sitio determinado.
Muchas veces pensamos que un compromiso adquirido es lo mismo a una condena y debemos permanecer en un sitio, aun sin quererlo, sin embargo, siempre hay maneras de hacer ajustes que nos den la posibilidad de afrontar una situación desde una posición de mayor respeto hacia nosotros mismos.
Lo que sí es muy poco probable lograr, es sacar a alguien de un lugar, si esta persona realmente no pretende salir. Puede decir inclusive que está dispuesta, que se está preparando, que está buscando las vías, pero solamente saldrá cuando se convenza de que ese lugar, definitivamente no es su sitio y voluntariamente quiera abandonarlo.
No podemos obligar a nadie a nada, no podemos enseñar algo que la persona que recibe la enseñanza no esté preparada para asimilar, no podemos inyectar en los demás el afecto que nos gustaría que nos tuviesen, no podemos ocupar papeles que no nos corresponden. Todos tenemos un rol, una manera y algo muy importante: un ritmo determinado para hacer, aprender y tomar decisiones en nuestras vidas.
Muchas veces ni siquiera podemos adelantar o acortar nuestros propios procesos, imaginemos lo que representan interferir en los procesos de los demás. Cada quien debe tener la libertad de estar el tiempo que requiera para finalmente trascender de una determinada situación.
Sería mucho más sencillo si pudiésemos efectivamente utilizar la intuición, la experiencia y la destreza de otros para resolver algunas cosas de nuestra propia vida, sin embargo, muchas veces es necesario vivir en carne propia la experiencia para tomar finalmente una lección, para conocer más de nosotros, para saber con quién contamos, para entender a alguien más, para saber nuestros límites. Solo nosotros debemos iniciar nuestras etapas y solo nosotros debemos cerrarlas, pero solo una vez que hayamos sacado de ellas lo provechoso y hayamos descartado lo que no nos nutre.
Quedarnos anclados a algo que nos limita carece de sentido, pero pueden venir muchas personas a corearnos lo que debemos hacer y no será suficiente si nosotros mismos no nos convencemos del camino que debemos tomar.
Respetar los lapsos de cada quien y sus intenciones es prioritario en las relaciones interpersonales, especialmente cuando podríamos aplicar un criterio diferente y de acuerdo a nuestra evaluación obtener mejores resultados, pero esta conclusión es mayormente empírica y no nos queda más que apoyar hasta donde nuestro alcance lo permita a quien de alguna manera tiene nuestra atención.
Fuente:
Mujer.Gurú
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