Historia de un matrimonio: la verdad de cada uno en el divorcio
Navegaba por la red cuando leí un artículo que hablaba sobre una
nueva película de Netflix, y al leer la reseña me llamó la atención, habla
sobre el proceso de divorcio y por supuesto como una mujer divorciada me interesó de inmediato, pero no podía imaginar todo lo que movería en mi al
verla.
Por todos es bien sabido que el
proceso de divorcio puede ser algo sumamente doloroso sobre todo cuando las
partes no logran ponerse de acuerdo, pero la verdad es que eso no es verdad,
sin importar cuán fácil sea el trámite el dolor está ahí y encararlo no es nada
fácil, nos escondemos detrás de nuestras máscaras para que nuestra expareja no
vea el dolor por el que pasamos, nos ponemos nuestra mejor ropa, las mujeres
queremos vernos sexys como si nada pasara mostrando que no los necesitamos y
los hombres por su lado se muestran secos y fríos, en fin máscaras, máscaras
que ocultan la verdad tras el divorcio: perder a quien alguna vez juramos amar
para siempre.
Y es que en algún momento
llegué a pensar que esa palabra debería estar prohibida, ¿hasta cuándo es para
siempre? nunca se sabe.
Y hay cosas que dejamos
inconclusas, nos dejamos llevar por la rabia, por el daño que decimos nos hizo
nuestra expareja la culpamos de tanto, no sentimos destrozados por dentro y nos
preguntamos una y mil veces cómo es que no puede darse cuenta del dolor que nos
causa con esto y nuestro rencor crece, pero lo ocultamos, fingimos que todo va
bien hasta que las cosas se salen de control y en medio del juicio cuando
luchamos por lo que cada uno cree justo es cuando estalla la bomba, una de las
partes se pone agresiva verbalmente la otra agresiva físicamente golpeando todo
lo que este a su alrededor y viene lo inevitable, decirnos nuestras verdades,
lo que siempre callamos lo que siempre pensamos de la otra persona y por
supuesto nuestra mente se niega a aceptar su responsabilidad en los hechos, nos
sentimos víctimas del otro, creemos que nos quiere quitar lo nuestro y que
nunca nos amó.
Pero la verdad que esconde todo
esto, es que lo único que queremos recuperar es a la pareja, pero como el otro
ya no nos ama nos aferramos a lo que nos queda, y la otra parte en su ira no se
da cuenta de lo que quieres en realidad.
Si somos honestos cada uno
tiene su historia, cada uno cuenta su versión de los hechos con respecto a cómo
se sintió, y no podemos ver lo que siente el otro, porque son cosas que no se
hablan, son cosas que se van dando y dejamos ahí, y si el otro no nos cuenta cómo
se siente no podemos hacer nada para mejorar.
Toma tiempo, toma mucho tiempo
aceptar que ambas partes tuvieron su cuota de responsabilidad, no es fácil
procesar que mi pareja no es 100% responsable de lo que yo permití, de las
cosas que yo le dije, de lo que no hice, de lo que él no hizo.
No es fácil aceptar que la
relación ya no funciona, no es fácil cuando quieres a esa persona, y estás
palabras son para ti que estás en medio de este trámite, pregúntate qué es lo
que quieres ganar con todo esto ¿en verdad buscas muebles, pensiones, etc.? o
¿buscas una venganza porque te fue infiel y sientes que tiene que pagarte por
ello? conéctate con esa emoción y pregúntate si el obtener todos esos objetos
va a aliviar tu dolor, obviamente si tienes hijos eso no está a discusión pero
en cuanto a todo lo demás, pregúntate a ti mismo si esa pelea te va hacer más
feliz o si va a prolongar tu agonía.
Hoy después de casi ya 3 años
de separarme y 1 año de divorciarme puedo decirte que uno no olvida lo que
siente, pero si aprende a vivir con ello, uno no deja de amar de la noche a la mañana,
de hecho sabes que siempre guardaras un sentimiento por esa persona, uno que se
ganó cuando descubriste cosas maravillosas de ti estando a su lado, uno que
pese al fracaso siempre estará presente, porque cada persona que se cruza en
nuestra vida nos deja algo, pero este sentimiento no te limita, te deja
continuar, te hace darte cuenta que por mucho que quieras a esa persona y
tengas excelentes recuerdos, esa persona ya no le viene bien a tu vida, y
aprendes a desearle lo mejor aun cuando ya no sea parte de tu vida.
No tengas miedo de admitir lo
que sientes, si aún lo quieres está bien, no es malo sentir, pero no te agarres
del dolor que sientes para tomar decisiones, mantén la calma, date tiempo para
sanar, confía en ti, recuerda siempre que dejar ir a quien ya no quiere estar
contigo también es un acto de amor propio.
Con amor:
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