No tengas miedo de equivocarte: Si las cosas fueran fáciles, cualquiera las haría



COMO EN EL CIELO (CUENTO)

Un hombre murió y al despertar estaba en un lugar paradisiaco, deduciendo, por la belleza del lugar, que había llegado al cielo.

Fue recibido por un personal de lo más amable y sonriente. Lo condujeron a su habitación que era perfecta y contaba con todas las comodidades: una cama muy cómoda y grande, música (toda a su gusto), una enorme pantalla de cine, un bar con sus bebidas predilectas…

–¿Le gusta dormir solo o acompañado?

–No me incomoda estar solo, pero si hubiera la oportunidad yo…

El gerente sonrió complice y le dijo:

–Entiendo, no hay problema.

Hizo un gesto y de pronto en la habitación aparecieron los seres más angelicales y hermosos jamás visto.

–Elija ustedlo que más le agrade. Y no selimite por favor, puede elegir los que quiera… y si hacenfaltamásopciones sólo dígalo, tenemos los seres más divinos y para todos los gustos.

El hombre se quedó con la boca abierta pues en la tierra nunca había sido muy bueno en las artes del amor y ahora podía tener a quien quisiera y a cuantos deseara. ¡Era maravilloso! Definitivamente, si no estuviera tan seguro de su muerte pensaría que se encontraba en un sueño.

Después, el gerente con una parte de su equipo de recepción llevaron a conocer al sorprendido huésped las áreas del lugar. Había jardines hermosos y de todos los tipos y climas, albercas, fuentes, jacuzzi, camas de masaje con hermosos masajistas de bella sonrisa. Todos los lugares ambientados con diferentes tipos de música, todas celestiales.

También le mostraron que en el lugar había tanto montañas como ríos, bosques océanos de aguas azules y lagos de aguas cristalinas… lugares de sol o con nieve, lo que se deseará de acuerdo a los deseos o estados de humor de los honorables huéspedes.

El recién llegado comentó que si ahí se podría comer. El gerente lo miro de pronto sorprendido y luego rió divertido:

–Por supuesto que se puede, y contamos con las más deliciosos manjares para todos los gustos preparados por los mejores chef del universo.

Y lo cierto es que el gerente no exageraba. Cuando el hombre probó lo que tenían para ofrecerle estuvo seguro que nunca en su vida terrenal había probado platillos ni bebidas más exquisitas.

El hombre se llevó varios días que en realidad fueron semanas completas para recorrer el lugar, pero nunca terminaba, es más, cada vez que pensaba que iba a pasar por un lugar conocido descubría que era un nuevo y cada vez los sitios resultaban más maravillosos y sorprendentes.

Paseo, viajó, descanso, se divirtió como loco y tuvo experiencias de pasión en las que no durmió en días de tan excitado que estaba.

Pero la realidad es que no terminaba de creer tan buena suerte, por lo que buscó de nuevo al gerente y pidió hablar con él preguntó si no estaría muy ocupado atendiendo a otros huéspedes.

Antes de que la recepcionista respondiera aprecio el gerente con su enorme sonrisa y le dijo que él nunca estaba ocupado para sus huéspedes quienes podían recurrir a él en cualquier minuto del día o de la noche por toda la eternidad.

El hombre agradeció su amabilidad del representante del lugar.

–Entonces dígame, ¿en qué le puedo servir? ¿Hay algo que no haya sido de su agrado? Dígamelo porque lo arreglaremos en este mismo instante.

-¡No! Claro que no. Todo lo contrario. Cada cosa que haga, vea, toque o escuche es cada vez mejor… lo cual parecería imposible pero así es.

-¿Entonces cuál es su problema amigo?

El hombre lo miro unos instantes en silencio. Se sentía apenado y le costaba empezar a hablar. El gerente lo ánimo amablemente para que le dijera lo que le pasaba y por fin el sujeto se decidió y le dijo:

–Pues verá, la cuestión es la siguiente: yo pienso que aquí hubo un error.

–¿Error? – repitió el gerente desconcertado – ¿Qué clase de error? discúlpeme pero aquí cometemos errores de ningún tipo. 

–No quise molestarlo, pero permítame que le explique: Yo, en vida, no fui una buena persona. Era alguien poco responsable, de mal carácter, muchas veces deshonesto, malhumorado, incluso agresivo… le robé a mi socio y no respeté ni a mi mujer ni a mis hijos… con mis empleados era un tirano muy abusivo, me olvidé de mi madre cuando ella era una anciana y la dejé morir en la miseria a pesar de todo el dinero que tenía… me siento muy avergonzado…

-Pero – insistió el gerente -, no entiendo ¿cuál es el problema?

El hombre abrió los ojos muy sorprendido y respondió:

-¿Después de lo que le he dicho me pregunta cuál es el problema? ¿Cómo es posible que yo haya venido al cielo después de morir, con semejante comportamiento? ¿No se supone que para ir al cielo hay que ser una buena persona?

El gerente se pone muy serio y luego le sonríe antes de contestarle:

–Ahora el que está en un error es usted, estimado amigo, no sé qué le hizo pensar eso, pero éste, no es el cielo, usted en realidad… está en el infierno.

Moraleja:

Nos han enseñado que la felicidad (como el cielo) sucede cuando todo es perfecto y, sin esfuerzos, se conceden todos nuestros deseos. Sin embargo la realidad es muy diferente. Si la vida (el cielo o cualquier otro lugar) estuviera completamente resuelta, si no hubiera obstáculos, problemas, adversidades…. giros, altibajos, no existirían los retos y la vida seria muy aburrida, monótona, sin sentido, y sin duda se convertiría, como en esta historia, en un verdadero infierno.

La adversidad tiene sin duda un sentido en la vida, tiene un propósito también: el ayudarnos a crecer y fortalecernos, a sentirnos útiles, capaces, fuertes, creativos… ya lo dice aquel viejo dicho: “Sí las cosas fueran fáciles, cualquiera las haría.”

por tanto, en vez de alejarnos de los problemas o tratar de evitarlos a toda costa, aprendamos a valorarlos e incluso a bendecirlos y agradecerlos, pues sin ellos la vida se volvería aburrida, monótona y sin sentido.

Versión libre de Luis Fernando Martínez, basado un un cuento tradicional.
De su web: gestaltsinfronteras.com

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