Después de las tormentas aprendes a dejar ir sin miedo



He escuchado a muchas personas contarme sobre sus nuevas relaciones de pareja después de una ruptura que les dolió el alma. Curiosamente siempre me dejan el mismo mensaje, con diferentes palabras, pero en esencia el mismo contenido.



Siempre pienso a quien podría servirle lo que escribo y lo enfoco en esas personas, pero esta vez no se para quien dirigirlo, si a alguien que ahora tiene miedo de enamorarse, a alguien que quiere enamorarse de una persona divorciada o simplemente como un texto de curiosidad. En fin, lo único que sé es que cuando vean el título del articulo lo leerán aquellos que se conecten con él.

El amor es sin duda fuente de vida, que muchas veces no sabemos entender, que confundimos con muchas cosas que poco tienen que ver. Pero justamente a eso venimos a esta vida, a aprender y a aprehender todo aquello que necesitemos para encontrarle sentido a nuestra vida.

Cuando has pasado por varias decepciones, cuando alguien más toma tu corazón como una hoja de papel y lo tira a la basura, uno se quiebra, por un momento sientes que no podrás más; que nunca volverás a amar como amaste, y por mucho tiempo te enojas con la vida, contigo, con los demás, hasta que tu herida cicatriza y el amor vuelve a hacer de las suyas.

Y no, uno ya no ve el amor de la misma manera, te vuelves sumamente cauteloso y no le entregas tu corazón a nadie, porque aprendes que cuando le das tu corazón a alguien más le estás dando el poder sobre ti y no, ya no estás dispuesto a tener que sacarlo del bote de la basura una vez más. Pero
 ¿qué quiero decir con esto de no entregar tu corazón?



No me refiero a que no te enamores, ni mucho menos que dejas de amar. Simplemente que aprendes que el amor se comparte, pero cada quien debe conservar lo suyo dentro; no hay necesidad de hacernos pedazos para mostrarle a alguien más que lo amas. Solamente aprendes a no dejarte poseer ni invadir al otro, sino a compartir lo que ya cada uno tiene dentro a respetar al otro y no juzgarlo.

Un amigo me decía:  "Es que no se si estoy bien en la forma que amo a mi pareja, tal vez estoy mal, porque te juro que si la quiero, la amo, pero ya no quiero salir corriendo tras de ella para cumplirle todos sus caprichos. Si se enoja no enloquezco y solo espero a que se calme y si está dispuesta me abro al dialogo y sino solo me retiro. Tengo miedo porque de hecho la amo mucho, y me importa, pero no tengo miedo de perderla, si ella quiere irse siento la necesidad de dejar que lo haga, y creo que entonces no la amo ¿será que ya no se amar? pero no entiendo porque yo siento que sí".

Había escuchado eso antes, en otras palabras, y me toco explicarle lo que le sucedía:

Claro que sabes amar, claro que la quieres. Es solo que después de tantas tormentas aprendiste a amar, y todo eso que solías hacer antes por tus parejas no significaba precisamente que las amabas; más bien que les necesitabas, pero la vida te enseño que ya estás completo y que, quien quiera quedarse a tu lado a compartir tu felicidad es bienvenido y quien no puede irse cuando quiera.

Nadie vino a este mundo a cumplir las expectativas del otro, el amor es así, libre, sin ataduras, y se aprende que incluso dejar ir a quien amas también es un acto de amor, tanto a uno mismo, como a la otra persona que tiene otros sueños y otras metas. Es mentira eso de que quien te ama no se va, no, uno puede amar mucho a alguien y aun así entender que esa persona no le viene bien a tu vida o que no comparten los mismos sueños y seguir adelante cada quien en su camino.



Así que si me preguntan ¿cómo es el amor después del dolor?

Diría que depende de que decidiste hacer con ese dolor. Si lo usaste para quedarte ahí sufriendo por un pasado que ya no existe, anclado al miedo de que te vuelva a pasar lo mismo. O si lo usaste para transformarlo, en convertirte en una mejor persona, apropiándote de ti, sin autocompadecerte, si te atreviste a volverte a enamorar.

Porque cuando uno no teme volverse a caer, aprende a caminar solo. Entonces no tienes miedo de continuar, y hasta haces una maestría, doctorado y lo que le sigue sobre el amor propio,  aprendes a amar a los demás sin condiciones.


Con amor: 


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