Ni contigo ni sin ti...





Hay veces en las que en lugar de ser un apoyo, la pareja se convierte en una vivencia negativa que aporta niveles elevados de malestar y de la que debemos deshacernos.

Vivir una relación de pareja puede generar una amplia gama de emociones muy gratificantes. Sentir que amas a otra persona y que ésta te ama a ti te hace sentir feliz y con vitalidad. Qué duda cabe que encontrar un compañero o compañera con el que poder hablar, reírte, hacer el amor, comprenderte y apoyarte mutuamente es una experiencia de lo más reforzante. Sin embargo, hay veces en las que en lugar de ser un apoyo, la pareja se convierte en una vivencia negativa que aporta niveles elevados de malestar a una o a las dos personas implicadas en la relación. Si en estos casos, la persona da por finalizada la relación, el malestar desaparece y ésta puede continuar con su vida buscando, si es que lo desea, una nueva relación sentimental.

El problema aparece cuando a pesar de estar experimentando una vivencia ansiógena, con el malestar emocional que conlleva, la persona no se ve capaz de dar por finalizada la relación. La propia persona se culpa a si misma por no salir de esa situación, lo cual no hace sino aumentar el nivel de ansiedad experimentado. Este malestar puede llegar a alcanzar cotas elevadas, con consecuencias para la salud, por lo tanto es conveniente prestarle atención y ponerle remedio lo antes posible.

Para aquellas personas que necesitan tener controlada o programada su vida, este tipo de experiencia puede resultar muy ansiógena 




Los motivos que suelen estar en la base de esta negativa a dar por finalizada una relación en la que no se es feliz son los siguientes: miedo a la soledad, baja autoestima, miedo a no encontrar otra pareja, no querer renunciar a un plan establecido o no querer perder la relación con la familia de la pareja. Todos estos motivos están basados en el miedo, el miedo al cambio, el miedo a no ser suficiente o simplemente el miedo a lo desconocido, ¿qué pasará cuando lo dejemos?, ¿encontraré a otra persona? ¿Qué voy a hacer los fines de semana si mis amigos tienen familia o pareja? En todos estos casos se aprecia un punto en común, la incertidumbre a lo desconocido.

Para aquellas personas que necesitan tener controlada o programada su vida, este tipo de experiencia puede resultar muy ansiógena. Al no tener un plan alternativo, se mantiene la situación sin cambios, ya que como expone el refranero español “mejor malo conocido que bueno por conocer”.






¿Por qué sigo aquí?

Si estás inmerso en una relación sentimental en la que no te sientes valorado, respetado, en la que las discusiones son constantes o simplemente en una relación que no te satisface, es el momento de que te preguntes ¿por qué sigo aquí? Probablemente la respuesta venga de la mano de alguno de los miedos expuestos anteriormente y ninguno de ellos supone una razón legítima para continuar en una relación en la que no se es feliz.

¿Te has planteado en algún momento que quieres tú?, ¿qué tipo de pareja quieres tener?, ¿cómo quieres sentirte en ella? Si no lo has hecho, ahora es un momento perfecto para que lo hagas. Este es el primer paso para no encadenar relaciones insatisfactorias que pueden llegar a ser incluso dañinas para ti. Te puede servir hacer una lista de las relaciones que has tenido y ver si encuentras un patrón en cuanto a características de tus exparejas se refiere y a cómo te hacían sentir. Por ejemplo, si te hacía sentir inferior, si siempre había que darle la razón o si te hacía sentir culpable. Si encuentras dicho patrón y eres capaz de detectarlo en futuras parejas para evitarlo te estarás protegiendo de sufrir futuras decepciones. A veces no es fácil encontrar esta relación o no nos sentimos con las herramientas suficientes para hacerle frente. En estos casos resulta útil iniciar un proceso terapéutico que nos ayude a aportar luz a esta cuestión.

Ten siempre presente que lo que se conoce como crisis es una oportunidad para hacer, encontrar y vivir experiencias nuevas 


Si estás en ese momento de decidir si continuar o dejarlo o acabas de salir de una relación sentimental estas pautas te pueden ayudar.

Amplia tus actividades de ocio. Ocúpate haciendo cosas que te gusten, de esta forma no dedicarás tanto tiempo a pensar en el pasado. Normalmente cuando se finaliza una relación tendemos a acordarnos de las cosas positivas y a negar o minimizar aquello que nos hacía sufrir.

Aumenta el tiempo que dedicas a estar con tus amistades. Al aislarnos tendemos a deprimirnos, por tanto si ocupas tu tiempo en compañía de otras personas te sentirás querido y aceptado. Puedes ampliar tu red de amistades, hoy en día la tecnología nos ofrece las herramientas con las que conocer a gente nueva, gente con la que compartas aficiones o que simplemente estén buscando ampliar su grupo de amigos. Lo importante es que estas personas no estarán condicionadas a tu anterior pareja porque no las conocías hasta este momento.

Ten siempre presente que lo que se conoce como crisis es una oportunidad para hacer, encontrar y vivir experiencias nuevas que pueden ser más gratificantes de lo que te imaginabas. Para ello es importante que te cuides y te valores; trabaja en ti. Una pérdida puede ser dolorosa pero más doloroso es vivir con miedo porque entonces acabas siendo rehén de los deseos de otro, y recuerda que siempre tras una pérdida se construye un nuevo comienzo, que viene acompañado de nuevas oportunidades y de nuevos aprendizajes.
Fuente: elconfidencial.com



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