No quiero seguir teniendo miedo de volverme a enamorar




No es nada fácil recoger tus cenizas y volverte a reconstruir. 



Es un trabajo inmenso que nos cuesta mucho tiempo reparar, tomarnos a nosotros mismos, levantar nuestros pedazos de nuestro corazón roto y volver a comenzar.


No todo el mundo tiene el valor de hacerlo, no es una regla, pero tarde o temprano nos cansamos de esto, dice el dicho "no hay mal que dure 100 años ni tonto que lo soporte", así que tarde o temprano saldremos de ese duelo pero el problema persiste cuando tenemos miedo de volver a sentir algo por un nuevo amor.

Es por eso que quiero compartirte un fragmento de un artículo escrito por Verónica Salatino (publicado en la revista Maru) que habla sobre cómo vencer el miedo a volverse a enamorar:

Muchas personas que supieron disfrutar del amor en sus vidas hoy tienen temor de volver a experimentar ese sentimiento; ya sea porque el final fue doloroso o porque no quieren resignar su libertad.

El amor saca lo mejor de cada uno. Sin embargo, cuando éste se termina, aquella luz que antes encandilaba se convierte en la más absoluta oscuridad. Y hay muchos que, tras experimentar ambos extremos, prefieren no dejarse hipnotizar más por las lucecitas del amor.

“El miedo a enamorarse aparece en muchas personas de diferentes maneras: en aquellas que tuvieron un fracaso muy doloroso y temen sufrir de nuevo; en las que nunca se enamoraron y sienten que así tienen todo bajo control; en las que temen perder su libertad y no quieren compromisos”, enumera la licenciada Patricia Faur, psicóloga especialista en dependencias afectivas y autora de Amores que matan y Estrés conyugal.

Cualquiera sea la causa, el resultado es siempre el mismo: 

La soledad, que no siempre es bien recibida. De hecho, la mayoría manifiesta sus deseos de encontrar pareja, enamorarse y abandonar la soltería, porque no son conscientes de este miedo que subyace a su imposibilidad de relacionarse con el otro. “Les cuesta darse cuenta de que, en el fondo, es por el terror que tienen a abrirse a una relación y a lo que esto implica: terror a ser descubiertos, a mostrar las vulnerabilidades que pueden llevar a que los lastimen, a que si se enamoran los dejen, miedo al abandono, entre otras cosas”, explica la licenciada Florencia Torzillo Álvarez, coordinadora general del Instituto de Psicología Argentino (INEPA).

¿Cómo darte cuenta de que tienés miedo? 

Si salís todo el tiempo con diferentes personas, si te aburrís rápido y fácil, si todos tus amores entran en la categoría de “imposibles”, si te mostrarás fuerte y no asumís tu vulnerabilidad, si cortas una relación cuando está empezando a transitar por el camino de la seriedad o si te sentís incómoda en los momentos de mayor intimidad, entonces tienes altas chances de estar sintiendo miedo. Puedes ponerle diferentes nombres, pero es miedo. “Pueden aparecer a cualquier edad y en ambos sexos, sólo que las temáticas cambian: una mujer de 30 y pico puede temer que el hombre no quiera formalizar y tener hijos, y le haga perder el tiempo; un hombre de más de 50 puede tener miedo de iniciar una relación con una mujer más joven y no tener un buen rendimiento sexual; y una mujer que sufrió un abandono puede tener miedo de volver a elegir mal”, explica Faur.

Si tu pregunta es cómo superar ese miedo, la respuesta es: 

La única manera de dejarlo atrás es atravesándolo. Es normal sentir este temor, lo importante es que no nos paralice y que, por el contrario, nos ayude a tomar impulso para enfrentar nuevas situaciones. “La única manera de que desaparezcan los miedos es transitándolos para que desaparezcan y se transformen en oportunidades para vivir experiencias nuevas”, afirma la psicóloga del INEPA. Si no hacemos que desaparezca, corremos el riesgo de desarrollar conductas que, aunque pongamos todo para enamorarnos, son como un repelente para los otros. Así, en lugar de resultarles atractivos a quienes queremos conquistar, les reflejamos una imagen que no los llama ni les flecha el corazón. “Nos alejamos cada vez más de lo que queremos, pero no nos animamos a vivir”, concluye Torzillo Álvarez. ¡A reducir las distancias, entonces!

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