Ejercicios para dejar ir
En este mundo de ilusión, porque lo que vivimos es efímero desde una mirada universal —apenas un soplo en la eternidad—, uno de los pasaportes directos a la infelicidad es el apego a las personas, cosas o situaciones. ¿Por qué? Porque el apego proviene directamente el ego, esa parte de mi personalidad que es insaciable y que quiere siempre más; que me habla al oído mayormente solo cosas negativas y con pocas chances de salir bien parado: para el ego, todo lo que hago no es suficiente. Los sutiles beneficios aparentes ¿Un comportamiento que nos limita de semejante manera tiene beneficios? Sí; son beneficios “aparentes”, porque sin que nos demos cuenta en forma consciente el ego los utiliza pretendiendo hacerlos pasar por necesarios. No afrontar la incomodidad de los cambios, querer tener la razón, no evolucionar al ritmo en que cambia mi vida y el mundo, sostener viejos rencores y culpas, tener miedo a dar, manipular a los demás, decirles lo que tienen que hac